Palacio de olvido – Alberto Tabbia

ISBN: 978-950-9749-34-4
Páginas: 176
 

Todos hemos conocido algún espléndido lector —fino, penetrante, ajeno a las modas— que no escribía. O por lo menos que negaba hacerlo O, colmo de la superchería, que publicaba ocasionalmente un artículo que dejaba con ganas de leer más, de saber más de su mirada, de sus gustos, de su prosa. El “escritor que no escribe”, figura reconocida, es a veces el “escritor que no publica”. Alberto Tabbia (1929-1997) fue un miembro distinguido de esa cofradía.

Este volumen reúne sus escritos dispersos, en su mayoría inéditos. El lector descubrirá que la vida de Elvis Presley puede ser narrada por la literatura del southern gothic norteamericano; que Galina Brézhneva, hija incorregible del líder soviético, cedió a su pasión por atletas de circo y contrabandistas de diamantes; que nada desafía la verosimilitud como una serie de impostores o mitómanos, desde la supuesta princesa de origen exótico e inverificable que sedujo a la sociedad inglesa antes de terminar como vendedora de sanguijuelas hasta el diplomático francés que creía haber engendrado un hijo con un travesti de la ópera de Pekín. En medio de un riquísimo repertorio de citas literarias, Tabbia también comparte los brillos verbales de José Bianco y siembra inesperadas semillas de ficción en la memoria de una infancia suburbana de los años 30.
 

Alberto Tabbia (1929-1997) fue un lector ávido y un escritor oculto, perezoso, tímido. Su legatario, Edgardo Cozarinsky, encontró entre sus papeles cantidad de textos escritos por placer, per diletto, con la nobleza original de la palabra italiana dilettante, además de versiones menos llanas de artículos que habían sido sometidos a la disciplina periodística.

Amigo de Silvina Ocampo y de J. R. Wilcock, con quienes compartió una particular devoción por la literatura, no supo superar la reticencia a publicar, la indolencia a llevar adelante más de un proyecto esbozado. Esta edición de sus cuadernos y papeles traza el retrato de un personaje singular de la vida literaria de un Buenos Aires sin duda perdido.

Palacio de olvido de Alberto Tabbia

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ISBN: 978-950-9749-34-4
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Todos hemos conocido algún espléndido lector —fino, penetrante, ajeno a las modas— que no escribía. O por lo menos que negaba hacerlo O, colmo de la superchería, que publicaba ocasionalmente un artículo que dejaba con ganas de leer más, de saber más de su mirada, de sus gustos, de su prosa. El “escritor que no escribe”, figura reconocida, es a veces el “escritor que no publica”. Alberto Tabbia (1929-1997) fue un miembro distinguido de esa cofradía.

Este volumen reúne sus escritos dispersos, en su mayoría inéditos. El lector descubrirá que la vida de Elvis Presley puede ser narrada por la literatura del southern gothic norteamericano; que Galina Brézhneva, hija incorregible del líder soviético, cedió a su pasión por atletas de circo y contrabandistas de diamantes; que nada desafía la verosimilitud como una serie de impostores o mitómanos, desde la supuesta princesa de origen exótico e inverificable que sedujo a la sociedad inglesa antes de terminar como vendedora de sanguijuelas hasta el diplomático francés que creía haber engendrado un hijo con un travesti de la ópera de Pekín. En medio de un riquísimo repertorio de citas literarias, Tabbia también comparte los brillos verbales de José Bianco y siembra inesperadas semillas de ficción en la memoria de una infancia suburbana de los años 30.
 

Alberto Tabbia (1929-1997) fue un lector ávido y un escritor oculto, perezoso, tímido. Su legatario, Edgardo Cozarinsky, encontró entre sus papeles cantidad de textos escritos por placer, per diletto, con la nobleza original de la palabra italiana dilettante, además de versiones menos llanas de artículos que habían sido sometidos a la disciplina periodística.

Amigo de Silvina Ocampo y de J. R. Wilcock, con quienes compartió una particular devoción por la literatura, no supo superar la reticencia a publicar, la indolencia a llevar adelante más de un proyecto esbozado. Esta edición de sus cuadernos y papeles traza el retrato de un personaje singular de la vida literaria de un Buenos Aires sin duda perdido.